Estoy elaborando mi defensa ante los jueces. Ardua labor, si se tiene en cuenta que debo convencerlos de que no maté a mis contertulios la noche de aquel dos de noviembre, que se trataba de un juego de la imaginación y que, tristemente, ellos tuvieron que retirarse.
El tema es un tanto complicado, ya que estoy buscando argumentos en la esencia misma del juego, que no es un simple juego, es nuestra realidad difícil de explicar y es por eso que tengo que escribirlo y grabarlo, y encontrar la mejor forma de ser fiel a los hechos sin confundir.
Empezaré por proponer al jurado que piense en la tremenda relación que tienen los simples hechos que suceden en el mundo real, con la complejidad del mundo imaginario de los números. Estando inmersos en el finito racional y el infinito ficticio que cada uno tenga en su mente, será más fácil guiarlos a hacia la esquina poco visitada de la lógica y sus dimensiones.
Si logro que lleguen a este estado, tendré su atención en el foco correcto y, por ende, la seguridad de ser bien entendido e interpretado. Mi argumento empezará ubicando la “existencia” dentro del abstracto concepto que Gottfried Leibniz diera del número imaginario cuando en su momento, cuatro siglos atrás, lo definiera como “una especie de anfibio entre el ser y la nada”, siendo para mi caso la existencia el ser y la no-existencia la nada.
Quiero que este concepto quede presente en sus mentes mientras procedo a narrar los hechos, ya que estos deben ser escuchados y analizados con plena consciencia de la realidad vivida y la realidad imaginada.
Hace unos días nos reunimos con algunos amigos alrededor de un vino, jazz de fondo y una deliciosa picada; ya pasadas varias botellas, uno de ellos intentaba exponer, con gran dificultad, la necesidad del desprendimiento material absoluto, dado que habíamos llegado a la postrimería de nuestra humana existencia y que pronto el planeta estrellado y dividido en burdas porciones, haría parte de la inmensidad del espacio en forma de pedazos de nada flotando sin órbita, convertidos en estorbo para la foto espacial. Otro interpeló contradiciendo lo que definió como un argumento baladí, justificado solo por el consumo etílico, que ya se hacía notar a esas horas de la madrugada. Según este último, todo se reduce a una ecuación de física elemental, pero que en épocas de pocos pensadores matemáticos y filósofos, la gente del común tiende a interpretaciones de toda índole. Entonces la espiral se puede abrir tanto como teorías físicas, ambientales, sociales o religiosas tengamos a mano; podemos pensar en un final fatal en forma de hambruna mundial, escasez de alimentos como protesta de la Pacha Mama por tantos años de mal trato e inclemencia y, en ese caso él estaba de acuerdo con que ella, la Tierra, se estaba demorando en pasar la cuenta de cobro.
Mi intervención se refirió a otras reflexiones que tienen que ver con la lógica que donde hay algo, hay ausencia de su opuesto, de ese modo si existe el planeta Tierra debe existir la ausencia del mismo, que es el temor de los humanos, de los cuales por analogía podemos también deducir que la existencia del ser humano presupone la ausencia del mismo, a lo que he dado en llamar el humano imaginario, teoría que fue plenamente comprobada esa noche con la desaparición de mis contertulios, que es de lo que se trata el juego y que es finalmente el argumento en mi defensa.
De hecho, si ustedes desaparecen, mueren o se evaporan, en ese momento dejan de estar, dejan de ser; entonces, ¿cómo explicar su existencia? Solo sería posible en un mundo paralelo imaginario. Los amigos con los que compartía aquella irrevocable noche de picada, jazz y vino, son imaginarios, cobraron vida solo porque yo les permití salir de mi mente. Ellos tienen personalidad, sostienen sus propios argumentos que a veces compartimos y discutimos. Nos divertimos y al cabo de una espléndida noche bohemia los envío a su puro y excelso estado inicial: la Nada en mi imaginación, donde permanecen hasta la próxima tertulia, de pronto los mismos o con otros personajes reales o imaginarios, nunca se sabe; la diferencia es frágil, ni yo mismo sé si estoy atrapado en la mente de mi hacedor o si preparo la defensa de uno de mis números imaginarios que se ha escapado a la realidad.
De cualquier forma, en esa dinámica del juego, el hecho mismo de existir o no, hace parte de la imaginación de quienes estuvieron aquella noche, de los jueces y de ustedes, los lectores, quienes espero que estén de acuerdo en el absurdo que sería condenarme por asesinar a alguien que no existe.
...
Sobre la autora:
Gloria Elena Hoyos. Nací en San Agustín, Huila, en 1965, y en 1983 vine a Bogotá para realizar mis estudios universitarios. Soy Ingeniera Industrial de la Universidad de América (1989), especializada en Gerencia de Negocios Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1996). Luego de una larga temporada de experiencias, la andariega que guardo dentro me puso a viajar interrumpiendo con frecuencia las labores profesionales. Viví más de cinco años fuera del país, lo cual ha sumado en mi experiencia de vida a la hora de escribir. Desde hace algunos años empecé a compartir mi tiempo entre mi profesión y mi vocación literaria, que reúne una colección de más de una treintena de cuentos inéditos. Hago parte de grupos de lectura y escritura. Soy egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central de Bogotá, TEUC (2009), y curso el nivel avanzado en el Club de Literatura de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Actualmente soy Gerente del Festival de Cine y Video de San Agustín y Coordinadora de los Seminarios de apreciación cinematográfica “Ver y Leer el Cine” ofrecidos por la Corporación Gaita Viva de la cual soy miembro fundador. Con el cuento “La muerte del tío Gabriel” quedé entre los 12 finalistas del concurso 30 años del Taller de Escritores de la Universidad Central TEUC, 2011, que próximamente será editado. El cuento aquí publicado hace parte de la antología "Cuaderno 2011", proyecto ganador de una de las Becas a la Edición de Antologías de Talleres Literarios del Ministerio de Cultura de Colombia (2011).
El tema es un tanto complicado, ya que estoy buscando argumentos en la esencia misma del juego, que no es un simple juego, es nuestra realidad difícil de explicar y es por eso que tengo que escribirlo y grabarlo, y encontrar la mejor forma de ser fiel a los hechos sin confundir.
Empezaré por proponer al jurado que piense en la tremenda relación que tienen los simples hechos que suceden en el mundo real, con la complejidad del mundo imaginario de los números. Estando inmersos en el finito racional y el infinito ficticio que cada uno tenga en su mente, será más fácil guiarlos a hacia la esquina poco visitada de la lógica y sus dimensiones.
Si logro que lleguen a este estado, tendré su atención en el foco correcto y, por ende, la seguridad de ser bien entendido e interpretado. Mi argumento empezará ubicando la “existencia” dentro del abstracto concepto que Gottfried Leibniz diera del número imaginario cuando en su momento, cuatro siglos atrás, lo definiera como “una especie de anfibio entre el ser y la nada”, siendo para mi caso la existencia el ser y la no-existencia la nada.
Quiero que este concepto quede presente en sus mentes mientras procedo a narrar los hechos, ya que estos deben ser escuchados y analizados con plena consciencia de la realidad vivida y la realidad imaginada.
Hace unos días nos reunimos con algunos amigos alrededor de un vino, jazz de fondo y una deliciosa picada; ya pasadas varias botellas, uno de ellos intentaba exponer, con gran dificultad, la necesidad del desprendimiento material absoluto, dado que habíamos llegado a la postrimería de nuestra humana existencia y que pronto el planeta estrellado y dividido en burdas porciones, haría parte de la inmensidad del espacio en forma de pedazos de nada flotando sin órbita, convertidos en estorbo para la foto espacial. Otro interpeló contradiciendo lo que definió como un argumento baladí, justificado solo por el consumo etílico, que ya se hacía notar a esas horas de la madrugada. Según este último, todo se reduce a una ecuación de física elemental, pero que en épocas de pocos pensadores matemáticos y filósofos, la gente del común tiende a interpretaciones de toda índole. Entonces la espiral se puede abrir tanto como teorías físicas, ambientales, sociales o religiosas tengamos a mano; podemos pensar en un final fatal en forma de hambruna mundial, escasez de alimentos como protesta de la Pacha Mama por tantos años de mal trato e inclemencia y, en ese caso él estaba de acuerdo con que ella, la Tierra, se estaba demorando en pasar la cuenta de cobro.
Mi intervención se refirió a otras reflexiones que tienen que ver con la lógica que donde hay algo, hay ausencia de su opuesto, de ese modo si existe el planeta Tierra debe existir la ausencia del mismo, que es el temor de los humanos, de los cuales por analogía podemos también deducir que la existencia del ser humano presupone la ausencia del mismo, a lo que he dado en llamar el humano imaginario, teoría que fue plenamente comprobada esa noche con la desaparición de mis contertulios, que es de lo que se trata el juego y que es finalmente el argumento en mi defensa.
De hecho, si ustedes desaparecen, mueren o se evaporan, en ese momento dejan de estar, dejan de ser; entonces, ¿cómo explicar su existencia? Solo sería posible en un mundo paralelo imaginario. Los amigos con los que compartía aquella irrevocable noche de picada, jazz y vino, son imaginarios, cobraron vida solo porque yo les permití salir de mi mente. Ellos tienen personalidad, sostienen sus propios argumentos que a veces compartimos y discutimos. Nos divertimos y al cabo de una espléndida noche bohemia los envío a su puro y excelso estado inicial: la Nada en mi imaginación, donde permanecen hasta la próxima tertulia, de pronto los mismos o con otros personajes reales o imaginarios, nunca se sabe; la diferencia es frágil, ni yo mismo sé si estoy atrapado en la mente de mi hacedor o si preparo la defensa de uno de mis números imaginarios que se ha escapado a la realidad.
De cualquier forma, en esa dinámica del juego, el hecho mismo de existir o no, hace parte de la imaginación de quienes estuvieron aquella noche, de los jueces y de ustedes, los lectores, quienes espero que estén de acuerdo en el absurdo que sería condenarme por asesinar a alguien que no existe.
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Sobre la autora:
Gloria Elena Hoyos. Nací en San Agustín, Huila, en 1965, y en 1983 vine a Bogotá para realizar mis estudios universitarios. Soy Ingeniera Industrial de la Universidad de América (1989), especializada en Gerencia de Negocios Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1996). Luego de una larga temporada de experiencias, la andariega que guardo dentro me puso a viajar interrumpiendo con frecuencia las labores profesionales. Viví más de cinco años fuera del país, lo cual ha sumado en mi experiencia de vida a la hora de escribir. Desde hace algunos años empecé a compartir mi tiempo entre mi profesión y mi vocación literaria, que reúne una colección de más de una treintena de cuentos inéditos. Hago parte de grupos de lectura y escritura. Soy egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central de Bogotá, TEUC (2009), y curso el nivel avanzado en el Club de Literatura de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Actualmente soy Gerente del Festival de Cine y Video de San Agustín y Coordinadora de los Seminarios de apreciación cinematográfica “Ver y Leer el Cine” ofrecidos por la Corporación Gaita Viva de la cual soy miembro fundador. Con el cuento “La muerte del tío Gabriel” quedé entre los 12 finalistas del concurso 30 años del Taller de Escritores de la Universidad Central TEUC, 2011, que próximamente será editado. El cuento aquí publicado hace parte de la antología "Cuaderno 2011", proyecto ganador de una de las Becas a la Edición de Antologías de Talleres Literarios del Ministerio de Cultura de Colombia (2011).