miércoles, 14 de diciembre de 2011

Proceso para confirmar la existencia de Dios (por Jhon Agudelo García)

Dios existe. Para encontrarlo debes bajar. ¡No tan rápido!, así, lento, muy lento. Si tienes destreza baja con algo de ritmo, deslizando tu lengua por su abdomen, eso ayudará. Detente en su ombligo y haz un remolino, una succión y déjale un pequeño mordisco, demostrándole lo que tienes para ofrecer. Sigue bajando. Si el bosque está agreste ve directo al altar; si está transitable, no lo dudes, transítalo y palpa el altar con tu mentón. Toma postura. Guarda aire. Observa la zona sagrada y humedece tus labios. Deja que entre hasta el límite, ahógate, atragántate por unos segundos. Hay quienes esperan atrapar a Dios con uñas y dientes: están en un grave error, las uñas y los dientes raspan la textura de su misericordia, lo alejan de tu insignificante presencia. No es fácil conocer a Dios, debes esforzarte para ascender hacia su trono. Ahora baja y sube, sube y baja, juega con tu lengua, con tus labios, con tu imaginación. En el camino, sentirás que Dios se acerca y el miedo rodeará tus células, algo normal ante una inminente revelación divina.

Has sido bueno. Él, tu prójimo, tiembla, delira en un estado sagrado, sucumbe ante la grandeza de Dios. Ha traspapelado sus palabras. Ha dejado el feo hábito de reducir su realidad al contenido de un diccionario. Está sintiendo la existencia del altísimo, lo has despojado de la aptitud para nombrarlo, para hacerlo verbo. Ha despedido al Dios de la realidad y ha conocido al Dios de la verdad: está con él en el paraíso. Has sido un cristiano ejemplar. ¿Y tú? ¿Qué hay de ti y tus ganas de conocerlo? Aguarda, Dios pronto estará deslizándose por tu garganta.

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Sobre el autor:
Jhon Agudelo García (Medellín, 26 de abril de 1988) Estudiante de letras: filología hispánica de la Universidad de Antioquia. Alterna la narrativa con la lírica y las cartas de seducción. Ha sido invitado a diversos recitales de poesía (de esos donde la gente aplaude por quedar bien). No es nadaísta, postnadaísta, protonadaísta, ni zoonadaísta. Políticamente se decanta por una izquierda-centro con tendencia a la derecha. Se corta las uñas antes de que la mugre se acumule. Calienta el vino para dárselas de interesante. Se lava los dientes después de cada comida. No soporta una semana sin enamorarse. Dice que es escritor para que no lo obliguen a trabajar. A más de cinco mujeres les ha prometido amor hasta la tumba. Su tema recurrente es la muerte, sin usar la palabra -carmesí-. No es marica pero sabe reconocer a un tipo guapo. Le robaron un premio insípido en la UdeA, categoría mejor relato de ficción 2011 con su cuento Día rojo (quedó dizque de finalista). Primera mención en el concurso nacional de cuento Universidad Externado con el cuento que les comparte. Espera la noticia de los ganadores en el concurso nacional de cuento RCN (si su cuento El último viaje no es elegido, ya es finalista, nadie le quitará lo bailado). Actualmente envejece en el municipio de Bello. El cuento aquí publicado fue Primera mención Concurso Nacional de Cuento 2011 de la Universidad Externado de Colombia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un muy buen escrito. mezcla lo sagrado y lo profano, y sin duda alguna nos recuerda que Dios no ha muerto; vive en un orgasmo, en esa experiencia sacra que nos lleva al éztasis,

Anónimo dijo...

Un muy buen escrito. mezcla lo sagrado y lo profano, y sin duda alguna nos recuerda que Dios no ha muerto; vive en un orgasmo, en esa experiencia sacra que nos lleva al éztasis,

Gitana dijo...

Tu fe es mi desesperanza. Vuestro servidor vive del otro lado del espejo.

Vivo del eructo feroz de la vida.

Habitación 206