Sangre, gritos, sollozos y paramédicos fue lo que encontró “El pillo” cuando regresó del escondite con unos cuantos gramos de la brava en su bolsillo. Al ver a su pequeña hermana de tan solo diez años sin vida, cayó de rodillas, las lágrimas comenzaron a brotar y su cabeza parecía una carretera en la que chocaban miles de recuerdos sobre Liliana.
Ese martes a las cinco de la mañana “el pillo” ya estaba listo para marcharse. Terminaba de aplicarle la dosis de morfina a su hermana. Con esta calmaba un poco el dolor que le producía el cáncer avanzado en la sangre. Un ¡te quiero Juancho! eran las palabras que salían de sus pálidos y lánguidos labios antes de quedarse dormida. Escucharla le daba fuerza y valor para continuar nadando en el horrible pantano en el que se había sumergido.
La calle estaba sola, fría y casi a oscuras. Hasta el duro de “los rastrojos” temía la salida inesperada pero mortal de alguno de los enemigos más peligrosos en esos momentos, de alguno de “los traquetos”. La muerte del “gusano” en manos de “los rastrojos” había hecho que el ambiente se pusiera más tenso de lo normal. Pero el camino por la calle de la muerte había terminado. Su parcero “el perro” lo estaba esperando en la esquina, - ¡Qué más mi perro!, ¿listo para la vuelta? Exclamó “el pillo” – ¡claro guebon, usted sabe como son las vainas conmigo! Agregó “el perro” y le entregó las llaves del “búnquer de la droga”; el lugar secreto y más importante de la pandilla paisa. Allí se encontraba una gran variedad de alucinógenos de todo el país: marihuana, cocaína, heroína...todo un banquete de drogas.
El pillo se dirigió al búnquer. En este lugar lo estaban esperando tres miembros más de “los rastrojos”. Esa mañana iban a vender una gran cantidad de heroína. La tarea del pillo era decisiva en aquel objetivo: era el responsable de manejar la camioneta en la que se iba a transportar la droga. Su destino era el norte de Medellín. Allí debía entregársela a “Don Pedro”, un rico empresario dueño de casi todas las discotecas de la ciudad.
A pesar de la comodidad que le brindaba el cargo de gerente en una prestigiosa empresa del país, la ambición de Don Pedro lo llevó a convertirse en expendedor de drogas en las discotecas.
La avanzada enfermedad que padecía Liliana la mortificaba con agudos dolores en todo el cuerpo. Ese día los dolores eran insoportables, habían desaparecido por unas cuantas horas, pero la morfina ya había hecho su efecto. Ahora necesitaba calmar esas intensas mordidas de serpientes que sentía en todo su cuerpo. Las fuertes picadas la hicieron levantar de su cama. Con gran esfuerzo llegó a la habitación de su hermano y con débil mirada comenzó a buscar papeletas de cocaína, la cual se había convertido en su salvación desde hace una semana.
Unos cuantos gramos calmaban los intensos dolores de Liliana, por eso “el pillo” no se había dado cuenta que su hermana la consumía. En las alucinaciones Liliana veía a su madre, sentía que la abrazaba y le decía: ¡Te amo mi princesita el fin de semana te voy a llevar al parque y vamos a comer helado! Los fuertes dolores mezclados con la ansiedad y la impotencia la hacían alucinar y delirar y el no encontrar a su amiga blanca como la había llamado la estremeció y desesperada comenzó a gritar: -¡amiga dónde estás, no te escondas, te necesito, estoy triste, quiero ver a mi mami….mami ya no me quieres, quiero salir a jugar al parque y comer helado!
Era toda una mansión la casa de “Don Pedro”. Una gran piscina, tres jacuzzis, hermosos carros y camionetas deleitaban los ojos de “el pillo” -¡Si sigo como voy muy pronto tendré esto y mucho más! Era su pensamiento. -¡oiga señor, el jefe lo está esperando en la cabaña! Le dijo un hombre alto, con gafas oscuras y corbata -¡Si, si qué pena es que estaba un poco distraído, ya voy para allá!
Al “perro” le estaba yendo bien. En pocas horas había vendido dos kilos entre cocaína, heroína y marihuana. De pronto, sintió que alguien le halaba la camisa por detrás, y cuando se volteó vio a una pequeña niña descalza y demacrada:
-¡Señor quiero que me dé una bolsa del polvito blanco! Y sacó de un bolsillo de su vestido sucio y roto el billete de $50.000 que había encontrado en el armario de su hermano. Los ojos del perro brillaron al ver este billete y no le importó entregarle la última bolsa de heroína que le quedaba en esos momentos a la pequeña niña.
El pillo estaba feliz. Don Pedro quería más kilos de cocaína y estaba dispuesto a pagar muy bien por ellos. Se subió a la camioneta y salió volando para el búnquer de la droga. Mientras conducía emocionado llamó al perro y le dijo: -¡Hermano habla con “el pillo”, “el marrano” quiere más cocaína y está dispuesto a pagarnos $16.000.000 por diez kilos, voy a recogerlos al escondite!
El pequeño corazón no aguantó más los efectos de la heroína, los latidos fueron disminuyendo poco a poco. La respiración de Liliana desapareció y el cuerpo se desplomó en medio de la carretera. En esos momentos venía una camioneta a 140 kilómetros por hora que arroyó el cuerpo de la pequeña, el asesino escapó y ahora la policía lo estaba buscando. La tragedia hizo que la gente se amontonara y que muchas mujeres lloraran desesperadamente porque sentían el dolor de una madre. Una madre que nunca tuvo Liliana, pues la abandonó junto a su hermano “el pillo” cuando tan sólo tenía un mes de nacida.
¡Hermanita ahora me has dejado solo en este maldito pantano, el hijo de puta que te arroyó lo pagará con su muerte, te lo juro! Pensó “el Pillo”. En esos momentos una mano sobre su hombro lo sorprendió: -“Vámonos hermano que es peligroso estar aquí, esta fue la niña a la que yo le vendí droga esta mañana”. Susurró “el perro” en el oído del “Pillo”. Estas palabras lo dejaron frío, nunca se imaginó que el asesino de su hermana lo tenía por detrás: – ¡Maldito “perro” usted mató a mi hermana! Exclamó gritando “el pillo”.
-¡Hermano perdóneme la vida, no sabía que era su hermana y por eso le vendí unos cuantos gramos de la brava, sentí su impotencia y traté de calmarla! Cuando “el pillo” escuchó estas palabras cogió violentamente de la camisa al “perro” y le dijo:
-¿Acaso la impotencia se puede confundir con la falta de amor que la puta madre no le da a uno? Claro como usted creció al lado de su gran puta madre qué va a entender de estas chimbadas! ¡Usted mató a mi hermana por su maldita ambición! Y con fuerza lo zarandeo. Ante esto el perro le contestó ofendido:
-¡Ambición que sentimos todos los que entramos a este mundo y persona más ambiciosa que usted no creo que exista sobre el planeta tierra y no le permito que se meta con mi madre!
-¡Usted se metió con lo más importante que tenía en la vida, por eso ahora tengo todo el derecho de meterme con su gran puta madre y con usted, maldito perro! y sacó la pistola que cargaba en su bolsillo y apuntó al pecho del perro. -¡Usted me acaba de quitar media vida, me dejó agonizando y la única forma de saldar nuestra cuenta es matándolo hermano! Y disparó tres veces quitándole la respiración de inmediato.
Pero el asesinar a “su parcero” no acabó la desesperanza que inundó su alma y cegó su razón, por eso, atormentado y desesperado, se disparó en la cabeza apagando también su vida y dejando la acera impregnada con la sangre de tres cadáveres.
...
Sobre la autora:
María Fernanda Molano Hernández es estudiante de IV Semestre de la Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima. Actualmente es integrante del proyecto de Investigación de dicha Universidad en didáctica de la Literatura llamado “Una didáctica de la literatura para la lúdica y la investigación” dirigido por la profesora Orfa Kelita Vanegas. Es coordinadora del proyecto del Nodo Tolima de Rednel que ha sido reactivado en la Universidad del Tolima en el presente año. Participó como asistente en el VIII ENEL y en el IX ENEL (Encuentro Nacional de estudiantes de Literatura y Afines) realizador por Rednel (Red Nacional de Estudiantes de Literatura y Afines) que se llevó a cabo en la Universidad del Valle en el año 2010 y en la Universidad de Cartagena en el año 2011 respectivamente. En este año participó en el Taller de Creación Literaria de Minicuento orientado por la periodista y escritora Pilar Lozano Riveros el 19 de Agosto. También asistió al Simposio Internacional de Heteronimia Poética llevado a cabo el 29 y 30 de Agosto en la Universidad de los Andes en Bogotá. En el presente año ha escrito artículos para el boletín Entérate y para la revista Seres y Saberes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Tolima. Actualmente está recibiendo clases de inglés en el Centro de Idiomas de la misma Universidad. Asiste al Taller de Creación Literaria y de Interpretación Hermenéutica de la Literatura dirigido por el docente Omar González.
Ese martes a las cinco de la mañana “el pillo” ya estaba listo para marcharse. Terminaba de aplicarle la dosis de morfina a su hermana. Con esta calmaba un poco el dolor que le producía el cáncer avanzado en la sangre. Un ¡te quiero Juancho! eran las palabras que salían de sus pálidos y lánguidos labios antes de quedarse dormida. Escucharla le daba fuerza y valor para continuar nadando en el horrible pantano en el que se había sumergido.
La calle estaba sola, fría y casi a oscuras. Hasta el duro de “los rastrojos” temía la salida inesperada pero mortal de alguno de los enemigos más peligrosos en esos momentos, de alguno de “los traquetos”. La muerte del “gusano” en manos de “los rastrojos” había hecho que el ambiente se pusiera más tenso de lo normal. Pero el camino por la calle de la muerte había terminado. Su parcero “el perro” lo estaba esperando en la esquina, - ¡Qué más mi perro!, ¿listo para la vuelta? Exclamó “el pillo” – ¡claro guebon, usted sabe como son las vainas conmigo! Agregó “el perro” y le entregó las llaves del “búnquer de la droga”; el lugar secreto y más importante de la pandilla paisa. Allí se encontraba una gran variedad de alucinógenos de todo el país: marihuana, cocaína, heroína...todo un banquete de drogas.
El pillo se dirigió al búnquer. En este lugar lo estaban esperando tres miembros más de “los rastrojos”. Esa mañana iban a vender una gran cantidad de heroína. La tarea del pillo era decisiva en aquel objetivo: era el responsable de manejar la camioneta en la que se iba a transportar la droga. Su destino era el norte de Medellín. Allí debía entregársela a “Don Pedro”, un rico empresario dueño de casi todas las discotecas de la ciudad.
A pesar de la comodidad que le brindaba el cargo de gerente en una prestigiosa empresa del país, la ambición de Don Pedro lo llevó a convertirse en expendedor de drogas en las discotecas.
La avanzada enfermedad que padecía Liliana la mortificaba con agudos dolores en todo el cuerpo. Ese día los dolores eran insoportables, habían desaparecido por unas cuantas horas, pero la morfina ya había hecho su efecto. Ahora necesitaba calmar esas intensas mordidas de serpientes que sentía en todo su cuerpo. Las fuertes picadas la hicieron levantar de su cama. Con gran esfuerzo llegó a la habitación de su hermano y con débil mirada comenzó a buscar papeletas de cocaína, la cual se había convertido en su salvación desde hace una semana.
Unos cuantos gramos calmaban los intensos dolores de Liliana, por eso “el pillo” no se había dado cuenta que su hermana la consumía. En las alucinaciones Liliana veía a su madre, sentía que la abrazaba y le decía: ¡Te amo mi princesita el fin de semana te voy a llevar al parque y vamos a comer helado! Los fuertes dolores mezclados con la ansiedad y la impotencia la hacían alucinar y delirar y el no encontrar a su amiga blanca como la había llamado la estremeció y desesperada comenzó a gritar: -¡amiga dónde estás, no te escondas, te necesito, estoy triste, quiero ver a mi mami….mami ya no me quieres, quiero salir a jugar al parque y comer helado!
Era toda una mansión la casa de “Don Pedro”. Una gran piscina, tres jacuzzis, hermosos carros y camionetas deleitaban los ojos de “el pillo” -¡Si sigo como voy muy pronto tendré esto y mucho más! Era su pensamiento. -¡oiga señor, el jefe lo está esperando en la cabaña! Le dijo un hombre alto, con gafas oscuras y corbata -¡Si, si qué pena es que estaba un poco distraído, ya voy para allá!
Al “perro” le estaba yendo bien. En pocas horas había vendido dos kilos entre cocaína, heroína y marihuana. De pronto, sintió que alguien le halaba la camisa por detrás, y cuando se volteó vio a una pequeña niña descalza y demacrada:
-¡Señor quiero que me dé una bolsa del polvito blanco! Y sacó de un bolsillo de su vestido sucio y roto el billete de $50.000 que había encontrado en el armario de su hermano. Los ojos del perro brillaron al ver este billete y no le importó entregarle la última bolsa de heroína que le quedaba en esos momentos a la pequeña niña.
El pillo estaba feliz. Don Pedro quería más kilos de cocaína y estaba dispuesto a pagar muy bien por ellos. Se subió a la camioneta y salió volando para el búnquer de la droga. Mientras conducía emocionado llamó al perro y le dijo: -¡Hermano habla con “el pillo”, “el marrano” quiere más cocaína y está dispuesto a pagarnos $16.000.000 por diez kilos, voy a recogerlos al escondite!
El pequeño corazón no aguantó más los efectos de la heroína, los latidos fueron disminuyendo poco a poco. La respiración de Liliana desapareció y el cuerpo se desplomó en medio de la carretera. En esos momentos venía una camioneta a 140 kilómetros por hora que arroyó el cuerpo de la pequeña, el asesino escapó y ahora la policía lo estaba buscando. La tragedia hizo que la gente se amontonara y que muchas mujeres lloraran desesperadamente porque sentían el dolor de una madre. Una madre que nunca tuvo Liliana, pues la abandonó junto a su hermano “el pillo” cuando tan sólo tenía un mes de nacida.
¡Hermanita ahora me has dejado solo en este maldito pantano, el hijo de puta que te arroyó lo pagará con su muerte, te lo juro! Pensó “el Pillo”. En esos momentos una mano sobre su hombro lo sorprendió: -“Vámonos hermano que es peligroso estar aquí, esta fue la niña a la que yo le vendí droga esta mañana”. Susurró “el perro” en el oído del “Pillo”. Estas palabras lo dejaron frío, nunca se imaginó que el asesino de su hermana lo tenía por detrás: – ¡Maldito “perro” usted mató a mi hermana! Exclamó gritando “el pillo”.
-¡Hermano perdóneme la vida, no sabía que era su hermana y por eso le vendí unos cuantos gramos de la brava, sentí su impotencia y traté de calmarla! Cuando “el pillo” escuchó estas palabras cogió violentamente de la camisa al “perro” y le dijo:
-¿Acaso la impotencia se puede confundir con la falta de amor que la puta madre no le da a uno? Claro como usted creció al lado de su gran puta madre qué va a entender de estas chimbadas! ¡Usted mató a mi hermana por su maldita ambición! Y con fuerza lo zarandeo. Ante esto el perro le contestó ofendido:
-¡Ambición que sentimos todos los que entramos a este mundo y persona más ambiciosa que usted no creo que exista sobre el planeta tierra y no le permito que se meta con mi madre!
-¡Usted se metió con lo más importante que tenía en la vida, por eso ahora tengo todo el derecho de meterme con su gran puta madre y con usted, maldito perro! y sacó la pistola que cargaba en su bolsillo y apuntó al pecho del perro. -¡Usted me acaba de quitar media vida, me dejó agonizando y la única forma de saldar nuestra cuenta es matándolo hermano! Y disparó tres veces quitándole la respiración de inmediato.
Pero el asesinar a “su parcero” no acabó la desesperanza que inundó su alma y cegó su razón, por eso, atormentado y desesperado, se disparó en la cabeza apagando también su vida y dejando la acera impregnada con la sangre de tres cadáveres.
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Sobre la autora:
María Fernanda Molano Hernández es estudiante de IV Semestre de la Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima. Actualmente es integrante del proyecto de Investigación de dicha Universidad en didáctica de la Literatura llamado “Una didáctica de la literatura para la lúdica y la investigación” dirigido por la profesora Orfa Kelita Vanegas. Es coordinadora del proyecto del Nodo Tolima de Rednel que ha sido reactivado en la Universidad del Tolima en el presente año. Participó como asistente en el VIII ENEL y en el IX ENEL (Encuentro Nacional de estudiantes de Literatura y Afines) realizador por Rednel (Red Nacional de Estudiantes de Literatura y Afines) que se llevó a cabo en la Universidad del Valle en el año 2010 y en la Universidad de Cartagena en el año 2011 respectivamente. En este año participó en el Taller de Creación Literaria de Minicuento orientado por la periodista y escritora Pilar Lozano Riveros el 19 de Agosto. También asistió al Simposio Internacional de Heteronimia Poética llevado a cabo el 29 y 30 de Agosto en la Universidad de los Andes en Bogotá. En el presente año ha escrito artículos para el boletín Entérate y para la revista Seres y Saberes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Tolima. Actualmente está recibiendo clases de inglés en el Centro de Idiomas de la misma Universidad. Asiste al Taller de Creación Literaria y de Interpretación Hermenéutica de la Literatura dirigido por el docente Omar González.
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